EL TEATRO BARROCO
Teatro barroco from Col·legi Sant Gabriel Barcelona
Existía
un teatro popular, destinado al público en general, que se
representaba en los corrales de comedias pero también había un
teatro cortesano, destinado al público selecto de la Corte, que se
caracterizaba por un mayor lujo y fastuosidad. Una tercera modalidad
era el teatro religioso, cuya tradición arranca de la Edad Media y
alcanza un gran auge con los autos sacramentales, que se
representaban el día del Corpus en escenarios móviles formados por
tablados y carros, sobre los que se montaba una aparatosa
escenografía.
Antes de entrar de lleno a analizar las características del teatro barroco es importante que contextualicemos la época y el momento en el que nos encontramos. Tenemos que tener en cuenta que, durante el XVI, un literato como Lope de Vega fue el causante de revolucionar el género teatral publicando el "Arte nuevo de hacer comedias", una especie de manual en el que aconsejaba seguir y cultivar un nuevo camino para hacer obras de teatro.
Esta publicación, que apareció a principios del XVII, influenció muchísimo a los autores del barroco. De hecho, fue en este siglo cuando el género teatral vivió su máximo esplendor y se convirtió en un gran espectáculo.
En el barroco fue cuando se construyeron los primeros teatros nacionales en toda Europa y donde brillaron las obras de muchísimos autores como, por ejemplo, los españoles Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca o, fuera de nuestras fronteras, autores como Shakespeare, Molière o Corneille.
Durante el siglo XVII el teatro que comenzó su apogeo en el Siglo de Oro se perfeccionó y fue entonces cuando se empezaron a desarrollar elementos teatrales que le daban más prestigio a las producciones: desarrollo de la escenografía y el atrezzo, creación de piezas musicales para las obras, la inclusión de obras de arte pictóricas para reforzar la intensidad del espectáculo dramático, etcétera. Todo ello hizo que, poco a poco, aparecieran nuevos géneros teatrales como la zarzuela en España, la ópera o el ballet.
Las pautas que indica y recomienda seguir son las siguientes:
La diferencia principal que encontramos en el barroco es que, mientras que en el XVI las obras se representaban en los Corrales de Comedias, durante el XVII se empezaron a construir los primeros edificios pensados para la exhibición y la difusión de los espectáculos teatrales. Que las obras se representaran en espacios fijos permitían que evolucionaran algunos aspectos básicos del género como, por ejemplo, la escenografía. Calderón de la Barca fue el autor de teatro barroco que más consiguió evolucionar en relación a la escenografía consiguiendo crear auténticos espectáculos que dejaban al público con la boca abierta.
Durante este siglo fue cuando el teatro continuó profesionalizándose, algo que había comenzado en el Siglo de Oro pero que, en el barroco siguió evolucionando. Con el tiempo, se pudieron ir creando puestos profesionales y obras comerciales que tuvieran como objetivo ganar dinero. Paralelamente se seguían representando obras en plazas y pueblos, sin embargo, el teatro dio un paso más allá en la profesionalización.
Sin embargo, en las comedias sí que encontramos personajes-tipo que quieren ser un reflejo de la sociedad española de la época. Y, por eso, es habitual que en las obras nos encontremos con todos ellos (o con su gran mayoría):
El teatro barroco era el principal espectáculo al que podían acceder todos los ciudadanos. La mezcla sociocultural que se produjo en las comedias barrocas constituyó un hecho cultural insólito; la fiesta era eminentemente popular y unía a la aristocracia con el pueblo. Las distintas clases sociales no se confundían en el interior del local, sino que se mantenían rígidamente las diferencias entre ellas. La distribución de los espacios reproducía la estructura social existente. Juntos, pero no revueltos. Cada uno tenía su localidad según fuese su rango y poder económico. Al fin y al cabo, un corral de comedias era el reflejo del universo social de aquella sociedad. Cada sitio tendrá una escalera diferente que impida el menor rozamiento. Las mujeres llegan a entrar por la casa del vecino y hasta por el techo para no mezclarse con los hombres. Las tres clases se dibujan en el interior: el vulgo (patio), la nobleza y el clero (celdas), la burguesía (galerías).
Las críticas
El espectáculo representado en los corrales y teatros estaba formado por un conjunto de elementos muy diversos que incluyen el baile y la danza y que, a veces, termina en una mezcla de cómicos y público bailando juntos la zarabanda.
Los empresarios y los
actores de la comedia del Siglo de Oro trabajaban individualmente o
en grupo. Bululú, ñaque, gangarilla, cambaleo, garnacha, bojiganga
o mojiganga, farándula y compañía son los diferentes nombres que
recibían esos grupos en función del número de actores que los
integraban, desde el actor único que formaba el bululú, a los
treinta con que contaba una compañía. Cada compañía estaba
dirigida por un empresario o autor (diferente, por lo general, del
poeta o creador de la obra) y contaba con un repertorio de unas
cincuenta comedia.
Los buenos actores y actrices —muchos de ellos cultos y algunos incluso de origen noble— hacían gala de una gran calidad interpretativa. Los intérpretes de la comedia procuraban coordinar en las representaciones voz, gesto y movimiento escénico. Si las emociones representadas eran violentas, los gestos tenían mayor peso; si los sentimientos eran contenidos o suaves, el peso recaía más en la voz. El énfasis del gesto y la voz de acomodaba al momento dramático.
En el XVII el
teatro español estaba en
pleno auge. Con la aparición
del "Arte nuevo de hacer comedias" de Lope de Vega, las
producciones teatrales experimentaron un gran cambio y se hicieron
mucho más populares y cercanas al público.
ESCENARIOS
Y MODALIDADES DEL TEATRO BARROCO
Antes de entrar de lleno a analizar las características del teatro barroco es importante que contextualicemos la época y el momento en el que nos encontramos. Tenemos que tener en cuenta que, durante el XVI, un literato como Lope de Vega fue el causante de revolucionar el género teatral publicando el "Arte nuevo de hacer comedias", una especie de manual en el que aconsejaba seguir y cultivar un nuevo camino para hacer obras de teatro.
Esta publicación, que apareció a principios del XVII, influenció muchísimo a los autores del barroco. De hecho, fue en este siglo cuando el género teatral vivió su máximo esplendor y se convirtió en un gran espectáculo.
En el barroco fue cuando se construyeron los primeros teatros nacionales en toda Europa y donde brillaron las obras de muchísimos autores como, por ejemplo, los españoles Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca o, fuera de nuestras fronteras, autores como Shakespeare, Molière o Corneille.
Durante el siglo XVII el teatro que comenzó su apogeo en el Siglo de Oro se perfeccionó y fue entonces cuando se empezaron a desarrollar elementos teatrales que le daban más prestigio a las producciones: desarrollo de la escenografía y el atrezzo, creación de piezas musicales para las obras, la inclusión de obras de arte pictóricas para reforzar la intensidad del espectáculo dramático, etcétera. Todo ello hizo que, poco a poco, aparecieran nuevos géneros teatrales como la zarzuela en España, la ópera o el ballet.
El arte nuevo de hacer comedias
Lope de Vega escribió en el año 1609 uno de los textos que revolucionaron el panorama teatral y literario del Siglo de Oro: "El arte nuevo de hacer comedias". En este texto de tan solo 380 versos, el autor indica el nuevo rumbo que, según su concepción poética, tiene que seguir el teatro español. Es así cómo establece un nuevo género literario que se aleja de la concepción más clásica y tradicional para apostar por situaciones más cercanas al pueblo y con un toque más popular.Las pautas que indica y recomienda seguir son las siguientes:
- Número de actos: Divide la comedia en tres actos (unos tres mil versos) y los llama jornadas.(El teatro clásico tenía cinco actos).
- Propone la mezcla de lo trágico y lo cómico. La comedia ha de representar la variedad, igual que la vida. Esto implica que en una misma obra pueden aparecer personajes nobles y plebeyos, reyes y campesinos... Se mezclan los estratos sociales, aunque se guarda el decoro en la forma de hablar, comportarse, vestirse... El gracioso (papel interpretado por el criado del galán) aparece incluso en las obras más trágicas o más graves.
- El teatro clásico proponía el respeto de las tres unidades -acción, tiempo y lugar-. La obra debía tener una única acción y desarrollarse en un mismo lugar y durante una jornada. Lope acepta, aunque no la observe en sus comedias, la unidad de acción; sin embargo, por razones de verosimilitud, cree innecesario guardar las de tiempo y espacio.
- Las obras teatrales se escriben en verso. El escritor utiliza diferentes tipos de estrofas según las situaciones. (polimetría)
- El gusto: Lope admite que las reglas del teatro clásico están bien, pero cada época es distinta y los gustos del público varían. Así que hay que adaptarse a ellos, puesto que el público es el que paga. El fin de la comedia es provocar el disfrute del público.
Aparición de los espacios teatrales en el barroco
Pero comencemos ya con las características del teatro barroco para conocer mejor las innovaciones que se llevaron a cabo durante el XVII. Es importante que tengamos presente que, el inicio de la revolución teatral vino promovida por la labor de Lope de Vega. Con él se comenzó a innovar dentro del género teatral y se crearon las bases de lo que sería el teatro durante los siglos venideros.La diferencia principal que encontramos en el barroco es que, mientras que en el XVI las obras se representaban en los Corrales de Comedias, durante el XVII se empezaron a construir los primeros edificios pensados para la exhibición y la difusión de los espectáculos teatrales. Que las obras se representaran en espacios fijos permitían que evolucionaran algunos aspectos básicos del género como, por ejemplo, la escenografía. Calderón de la Barca fue el autor de teatro barroco que más consiguió evolucionar en relación a la escenografía consiguiendo crear auténticos espectáculos que dejaban al público con la boca abierta.
Durante este siglo fue cuando el teatro continuó profesionalizándose, algo que había comenzado en el Siglo de Oro pero que, en el barroco siguió evolucionando. Con el tiempo, se pudieron ir creando puestos profesionales y obras comerciales que tuvieran como objetivo ganar dinero. Paralelamente se seguían representando obras en plazas y pueblos, sin embargo, el teatro dio un paso más allá en la profesionalización.
Características generales del teatro del Siglo de Oro
Es importante conocer las características del teatro en el Siglo de Oro español más destacadas. Y es que, durante el siglo XVI asistimos a una auténtica revolución cultural que fue encabezada por el teatro como un género literario que llegó al público masivo. Aquí te ofreceremos un listado a modo de resumen para que conozcas las características más destacadas del teatro en dicha época. ¡Toma nota!- Comedias: en el siglo XVI todas las obras de teatro se denominaban con el nombre de "comedias", por tanto, no hablamos en ningún momento de piezas teatrales ni obras sino que, siempre, haremos referencia a las "comedias" del momento. Los corrales de comedias eran los primeros teatros que se construyeron en el país y que cumplían una serie de características que permitían el acomodo del público y de los actores.
- Tema: los temas de las comedias del Siglo de Oro eran muy variados pero, en general, se solían presentar situaciones cotidianas con toques humorísticos para hacer una sátira de la sociedad y, al mismo tiempo, entretener al público. Las comedias de enredos eran las que popularizó Lope de Vega.
- Estructura: normalmente, las obras escritas durante el siglo XVI se componen por 3 actos, una norma establecida por Lope de Vega en su "Arte nuevo de hacer comedias" y que establece, así, una unanimidad a la hora de crear obras teatrales. Hasta entonces, no había ningún modelo claro que determinara la cantidad de actos a realizar, solamente el teatro clásico apuntaba que 5 actos eran los que debían realizarse.
- Estilo: en el Siglo de Oro las comedias estaban escritas en verso y, de hecho, no encontramos apenas creaciones literarias que estén hechas en prosa. La métrica que más fue usada eran los octosílabos y con estrofas como sonetos, octavas, redondillas o romances.
- Unidades de acción, tiempo y lugar: si hablamos de las características del teatro en el Siglo de Oro español tenemos que mencionar estas tres unidades dramáticas que fueron las que se estipulaban en la Poética de Aristóteles y que, durante el XVI, también se cultivaron en las comedias.
- Tragicomedia: el estilo que más predominó durante el Siglo de Oro español fue el de la tragicomedia, es decir, la mezcla de historias que se movían entre la tragedia y la comedia creando, así, un género más próximo y cercano a la vida misma.
- La importancia del honor:
y, por último, otra de las características del teatro en el Siglo
de Oro español es que el tema del honor aparecía sobremanera en la
gran mayoría de las comedias. Se trata de uno de los grandes temas
que ocupan muchas obras literarias de la época y que, en el teatro,
a veces puede llegar a ser tratado de forma seria pero, otras, de
forma satírica y ridiculizada.
Los personajes típicos del teatro del Siglo de Oro español
Para continuar con las características del teatro en el Siglo de Oro español es importante que nos detengamos a conocer cuáles eran los personajes principales en el XVI. A diferencia del teatro clásico, en este nuevo teatro se elaboran personajes muy caracterizados e individualizados, es decir, los personajes no son símbolos de aspectos humanos sino que son personas con nombre y apellidos, con vicios y virtudes.Sin embargo, en las comedias sí que encontramos personajes-tipo que quieren ser un reflejo de la sociedad española de la época. Y, por eso, es habitual que en las obras nos encontremos con todos ellos (o con su gran mayoría):
- Rey: la figura del rey aparece en muchísimas comedias del Siglo de oro español. Suele representarse como una persona que encarna la injusticia y la soberbia. Puede presentarse como ser divino o, también, como un tirano, dependiendo del autor y del mensaje de la obra.
- Poderoso: en las comedias también suele aparecer un personaje poderoso y de la alta sociedad. Suele ser un déspota que representa al hombre corrupto, castigado y solitario.
- Caballero: también es una figura muy habitual en las obras de teatro del Siglo de Oro. Puede aparecer representado con diferentes connotaciones, tanto de galán, de padre, de esposo o de hermano. Es el representante del código de honor que era tan estricto e importante en la época.
- Galán y dama: esta pareja también es una de las más frecuentes en las comedias. Y, de hecho, gran parte de la intriga o del suspense tiene que ver con sus aventuras o sus desdichas. El galán suele representar las cualidades del héroe y la dama las de la mujer ideal.
- Criado: también es frecuente que el galán y la dama cuenten con un criado y criada, respectivamente, que actúa como confidente de sus sentimientos, sus sueños y sus anhelos. Este personaje suele aportar un toque más humorístico y distendido a la situación que se nos plantea y es caracterizado con un lenguaje más coloquial.
- Gracioso: es uno de los personajes que aparecieron en el teatro del XVI debido a la confluencia entre la tragedia y la comedia. Es el personaje contrapuesto al galán y se caracteriza por su buen humor, por ser una persona interesada, por su cobardía y por su vivacidad. Suele ser el que contrapone la visión enamorada y desesperada del galán dándole una perspectiva menos idealista y más real.
- Villano:
y, por supuesto, en los personajes tradicionales del teatro del XVI
no puede faltar el villano, la persona malvada que solo se interesa
por sus propios beneficios y actúa pensando solamente en sus
intereses. Este personaje suele ser el que causa el nudo en la trama
y el que rompe la paz o la estabilidad que se nos ha presentado
durante la primera parte de la obra. Los personajes que luchen
contra el villano serán los que, después, serán considerados como
auténticos héroes sociales.
El corral de comedias
Las compañías de teatro,
que antes vivían de “la voluntad” y a
posteriori de la representación,
comprendieron que solo podían tener una rentabilidad económica de
su trabajo si podían cobra entrada, previamente a la representación.
Para ello era imprescindible acotar un espacio, cerrarlo y
convertirlo en estable. Este espacio ideal se encontró en los
corrales, en los patios interiores que formaban las agrupaciones de
casas. Las cofradías religiosas de caridad apoyaron a las compañías
de los corrales cobrándoles un porcentaje a cambio de aportarles
prestigio y salvaguardia. También, a veces, las apoyó el poder
político y religioso, al considerar que el teatro controlado era el
mejor medio propagandístico de su ideología.
A fines del siglo XVI se
instala el primer corral, el de la Pacheca —por estar en un solar
de Isabel Pacheco— en el lugar del actual Teatro Español de
Madrid, fundado por la Cofradía de la Pasión y Sangre de
Jesucristo. A partir de 1582 se le llamó el Corral del Príncipe. Su
principal rival fue el el Corral de la Cruz.
Además de los corrales de
Madrid, se pueden citar, entre otros, los de Doña Elvira, San Pedro
y la Montería, en Sevilla; la casa de comedias de la Olivera y la
Casa Nova de la Olivera, en Valencia; la casa de comedias de
Oviedo; la de Badajoz; la de Pamplona; la de Córdoba, el teatro de
Puerta Real, de Granada; el corral de Alcalá de Henares, el de
Almagro y el patio de comedias de Guadalajara. El único corral del
comedias que sigue funcionando de todos estos es el corral de
comedias de Almagro.
Estructura del corral de comedias
Los corrales de comedias
eran locales rectangulares descubiertos. En un extremo del patio se
elevaba un escenario de unos dos metros de altura, con el objeto de
facilitar la visión por parte del público. En él había un nivel
superior, a modo de balconada o galería, donde también se actuaba;
un cortinaje practicable, que permitía mostrar escenas “ocultas”,
y un par de puertas por donde los actores entraban y salían. Los
decorados eran de simplicidad extrema; a veces una cortina o la misma
pared. El texto introducía pequeñas descripciones, el bosque, la
calle, la casa, y los espectadores lo imaginaban. Con el tiempo se
utilizaron aparatos y escotillones para hacer desaparecer a los
personajes. Tras el escenario se encontraba el apuntador, que ayudaba
a recordar el papel a los actores durante la actuación, y los
músicos. Más tarde, los músicos se situaron bajo el escenario,
tras una tabla agujereada para facilitar la audición.
El público del corral de comedias: juntos, pero no revueltos
El público estaba muy
jerarquizado: las personas que podían permitírselo alquilaban los
aposentos, balcones y ventanas de las casas particulares que
circundaban en patio. En las primeras filas de este se colocaron,
andando el tiempo, unos bancos o lunetas, tras los cuales había una
barra o degolladero —porque llegaba a la altura del cuello— tras
la que asistía de pie un turbulento público de hombres solos: los
mosqueteros. Por último, y en un espacio severamente acotado, las
mujeres se instalaban en la cazuela. Debajo de la cazuela estaba el
alojero que vendía comida y aloja, bebida consistente en agua
fresca, miel y canela.
Las representaciones
teatrales eran espectáculos movidos y bulliciosos, donde la
aceptación o repulsa de una obra no se limitaba al educado aplauso o
al discreto murmullo de reprobación actuales. Cada corral contaba
con seguidores y detractores tan fanáticos como los espectadores de
los actuales partidos de fútbol. Los seguidores del Corral del
Príncipe eran los chorizos y los del Corral de la Cruz eran los
polacos. Ambos aplaudían a rabiar cuando se representaba una comedia
en sus teatros y procuraban reventar las representaciones del teatro
contrario. Los propios poetas no fueron ajenos al bullicio, sino que
intervinieron en él con frecuencia. Por ejemplo, se atribuye a Lope
de Vega y a sus amigos alguna trastada, como la de enterrar una
especie de bomba fétida en el corral, con objeto de hundir un
estreno de su denostado colega Ruiz de Alarcón, lo que, al parecer,
consiguieron.
El teatro barroco era el principal espectáculo al que podían acceder todos los ciudadanos. La mezcla sociocultural que se produjo en las comedias barrocas constituyó un hecho cultural insólito; la fiesta era eminentemente popular y unía a la aristocracia con el pueblo. Las distintas clases sociales no se confundían en el interior del local, sino que se mantenían rígidamente las diferencias entre ellas. La distribución de los espacios reproducía la estructura social existente. Juntos, pero no revueltos. Cada uno tenía su localidad según fuese su rango y poder económico. Al fin y al cabo, un corral de comedias era el reflejo del universo social de aquella sociedad. Cada sitio tendrá una escalera diferente que impida el menor rozamiento. Las mujeres llegan a entrar por la casa del vecino y hasta por el techo para no mezclarse con los hombres. Las tres clases se dibujan en el interior: el vulgo (patio), la nobleza y el clero (celdas), la burguesía (galerías).
El
espectáculo teatral llegó a considerarse un componente
esencial del día de fiesta,
por lo que al principio se representaba los domingos
exclusivamente; después se añadieron funciones los martes
y los jueves, hasta que la
representación se convirtió en una actividad
diaria. El calendario de
funciones se interrumpirá, tan solo, en Semana Santa y en momentos
de luto de la familia real. La diaria actividad teatral generó una
dinámica propia en torno al corral: los estrenos de comedias se
anunciaban en las esquinas con carteles
pintados.
El
público era ruidoso y
vocinglero, se lanzaban
objetos para interrumpir y hacer fracasar una comedia (los
partidarios de los distintos teatros forman bandos enfrentados), e
incluso si a la reina le venía en gusto, se soltaban ratones en la
cazuela; se vendían abundantes alimentos y bebidas para el
espectáculo – aloja,
confitura, frutos secos, agua de anís...- y se vendían y compraban
los aplausos. El teatro se convirtió en un acto social en el que
importaba tanto la comedia como el ambiente que la envolvía.
Curiosidades
Algunas
de las figuras
más características de los corrales eran:
- Los mosqueteros:Los mosqueteros a que nos referimos eran unos grupos de hombres formados por artesanos, comerciantes y muchos otros de diversos oficios, que provistos de objetos sonoros, como carracas, pitos y buenas gargantas, decidían si una comedia debía ser aceptada o por el contrario se la consideraba indigna, con sus muestras entusiásticas o desaprobatorias, y por lo tanto cuando ellos le negaban el «placet», el autor y sus papeles debían ser enviados al cesto de la basura. Los que llevaban la voz cantante en estos escándalos eran el gremio de zapateros.
- El mantenedor del Orden. Mozo recio del lugar que, provisto de un buen garrote, templaba los ánimos de todos aquellos que se exaltaban.
- El apretador o desahuecador. Todo el que entraba en el teatro tenía derecho a sentarse y de hacer sitio se ocupaban los apretadores. Cuando entraban en la cazuela para "arrejuntar" a las mujeres, se armaba un gran escándalo.
- Aunque te pueda parecer mentira, por los teatros madrileños circulaban los llamados poetas duendes o memorillas. Personajes (espías/piratas literarios) que se aprendían de memoria las obras, las dictaba al salir (con disparates enormes) y las vendía. Eran una pesadilla para los autores, como los que ahora graban las películas en el cine y luego las cuelgan en Internet.
Lope se quejaba, claro:
»A eso se añade el hurtar las Comedias estos que llama el vulgo, al uno Memorilla y al otra Gran Memoria , los cuales, con algunos versos que aprenden, mezclan infinitos suyos bárbaros, con que ganan la vida vendiéndolas a los pueblos y autores extramuros:gente vil, sin oficio y que muchas veces han estado presos. Yo quisiera librarme de este cuidado de darlas a luz, pero no puedo, porque las imprimen con mi nombre, y son de los poetas duendes que digo...»,
En los corrales de comedias no había lavabos y las condiciones higiénicas no eran las más adecuadas. Con la llegada, a mediados del siglo XVIII, de distintos gobiernos ilustrados se empiezan a prohibir las representaciones en estos locales. La falta de higiene, el riesgo de incendio, los desórdenes... A esto hay que añadir el desarrollo de una burguesía que no quiere asistir a las comedias en espacios incómodos y la aparición de espectáculos como la ópera que requieren de espacios cerrados con un tratamiento acústico específico.
Las críticas
La
Iglesia
y los moralistas
llegaron a calificar al teatro como un vicio perjudicial. Entre sus
argumentos estaban:
- que los asistentes humildes gastaban lo que no debían y desatendían sus obligaciones familiares
- que las "honradas e inocentes doncellas" ponían en peligro su virginidad al exponerse a la vista de los hombres en la cazuela
- que los jóvenes"olvidan sus estudios y demás obligaciones para seguir las novedades del mundo de los cómicos"; de hecho, en las ciudades universitarias estaba prohibido representar entre semana para que los estudiantes no se distrajeran.
- que "las "inocentes criadas" acaban pervirtiendo sus costumbres
- que las mujeres sólo se fijaban en los trajes de los cómicos y las cómicas
La representación
La
representación se realizaba a la luz del día. Se solía tender un
toldo en caso de lluvia o de excesivo calor. El toldo evitaba también
que hubiese algunas zonas iluminadas y otras en penumbra tanto en el
tablado como en el patio. Probablemente, favorecía también la
acústica del recinto, evitando que se perdiera la voz de los
actores.
El escenario se iluminaba
con luz artificial de velas y hachas (antorchas de cera). Las velas
indicaban que la acción se desarrollaba en interiores. Las hachas
indicaban exteriores, por lo general, una calle de noche.
Curiosamente, el escenario aparecía más iluminado cuando se
insinuaba ausencia de luz: había más claridad en las escenas
nocturnas que en las diurnas.
Comenzaba con música para
acallar al público. A continuación, el director de la compañía o
un actor principal decía la loa o elogio a los espectadores. Después
comenzaba el primer acto. Entre los actos solía representarse un
entremés. Al final se representaba una jácara o una mojiganga,
pequeñas obritas humorísticas y se terminaba con un baile. Los
músicos eran los primeros que aparecían en el escenario y los que
ponían punto final a la representación. Subrayaban la acción e
indicaba cambios de lugar y entradas y salidas de personajes.
Además de la música y la
luz, el teatro barroco contaba con numerosos recursos escénicos
entre los que destacan los siguientes:
- Apariencias: eran telones o lienzos pintados que mostraban acciones difíciles de representar o bien actores que imitaban pinturas conocidas. Se revelaban corriendo una o varias cortinas.
- Tramoyas: se trataba de apariencias montadas sobre máquinas; solían estar iluminadas con velas y adornadas con flores.
- Escotillones: consistían en aberturas que permitían la entrada en escena de un personaje o figura desde abajo.
EL
ESPECTÁCULO
La
parte principal de la función era una comedia larga, de unos 3000
versos aproximadamente, a la que se añadían otras piezas menores y
actuaciones musicales, todo lo cual formaba una fiesta variada y rica
en contrastes, muy del agrado del espectador de aquella época.
La representación empezaba a las 2 o a
las 3 de la tarde en invierno y a las 4 en verano para aprovechar la
luz del día. Duraba casi 3 horas ininterrumpidas.El espectáculo representado en los corrales y teatros estaba formado por un conjunto de elementos muy diversos que incluyen el baile y la danza y que, a veces, termina en una mezcla de cómicos y público bailando juntos la zarabanda.
- La representación comenzaba con un ruido estridente para atraer la atención de un público muy, muy ruidoso. A continuación, música de guitarra, vihuela, trompetas, cantos... daban la bienvenida.
- LOA O PRÓLOGO RECITADO venía a continuación y aspiraba a llamar la atención del público y conseguir su silencio.
- Primer ACTO o JORNADA de la comedia
- En el entreacto, se representaba un ENTREMÉS; para muchos la parte más apetecida y esperada que en ocasiones salvaba una mala obra. Se trata de una pieza corta, cómica, con personajes bajos que viven situaciones cotidianas.
- 2º ACTO O JORNADA de la comedia
- En este entreacto se representaba una JÁCARA, obrita versificada en romance, que relataba hechos festivos de gente de los bajos fondos. Divertía y rompía la tensión provocada por el “nudo” de la comedia. También podía venir aquí un BAILE, un entremés más corto en el que la parte musical tenía más importancia que la hablada.
- Tercer ACTO O JORNADA de la comedia.
- Final a base de música o baile, habitualmente una MOJIGANGA o baile de máscaras.
Los actores
Los buenos actores y actrices —muchos de ellos cultos y algunos incluso de origen noble— hacían gala de una gran calidad interpretativa. Los intérpretes de la comedia procuraban coordinar en las representaciones voz, gesto y movimiento escénico. Si las emociones representadas eran violentas, los gestos tenían mayor peso; si los sentimientos eran contenidos o suaves, el peso recaía más en la voz. El énfasis del gesto y la voz de acomodaba al momento dramático.
En general, los comediantes
eran muy mal considerados. Solo cobraban los días que había
actuación, por lo que pasaban muchos apuros. Solían actuar con su
propio vestuario, lo que resultaba a veces anacrónico con la época
que se representaba, aunque siempre eran lujosos y llamativos. Este
vestuario constituía la posesión más preciada de los actores:
cuando pasaban por problemas económicos, solían salir de ellos
empeñándolo. El vestuario llegó a ser una especie de decorado
ambulante: servía para situar el lugar y el tiempo de la acción,
además de cumplir otras variadas funciones escénicas. Por ejemplo,
un sombrero y un gabán cubiertos de algodón que parecía nieve
indicaban el invierno, y un vestido “de noche” (normalmente una
capa de color) informaba a los espectadores del momento del día.
Por su carácter
convencional, el vestuario debía comunicar inmediatamente al público
la condición social del personaje (noble o campesino, pobre o rico,
rey o soldado). La vestimenta de los personajes sobrenaturales
también era convencional: los ángeles con traje blanco y capa, los
demonios de negro. El gracioso salía vestido de manera que provocara
la risa en los espectadores y se diferenciara claramente de los demás
personajes.
Actores
y compañías de teatro: esto no es Hollywood
El
oficio teatral
empezó a ser en España una profesión más o menos estable en
el s. XVI. Antes de mediar el siglo llegaron a nuestro país
compañías teatrales italianas profesionalizadas, que actuaron
ante la corte y, después, ante el pueblo. Las más populares
fueron las de los actores de la commedia
dell’arte, que
recurrían a la expresión corporal y al mimo
más que a la palabra, en representaciones improvisadas sobre el
escenario a partir de un esquema previamente acordado y elaborado
(lo que se llamaba scenario)
sobre el argumento, el desarrollo de la acción y su desenlace.
Las
compañías teatrales
solían formarse para trabajar durante todo un año. En la
Cuaresma
(período de obligado descanso, pues las representaciones estaban
prohibidas) los actores se reunían en los mentideros,
lugares donde se apalabraban contratos y se negociaban las
condiciones laborales y económicas. La compañía empezaba su
trabajo durante la Pascua de Resurrección y permanecía unida
hasta la siguiente Cuaresma.
Los
ayuntamientos poderosos formaban una o dos compañías para
representar los autos sacramentales el día de CorpusChristi,
fiesta de gozaba de cierta tradición y de gran arraigo popular.
Los
actores prestaban cuerpo y voz al personaje, sobre todo voz, en
un tipo de teatro en el que se decía ir a “oír la comedia”.
Los cómicos más célebres de la época fueron Cosme Pérez,
llamado Juan Rana, Mariana de Borja y María Calderón, la
Calderona, amante célebre de Felipe IV -con el que tuvo un hijo,
Don Juan de Austria-.
En
España, las mujeres
tenían permitido actuar (aunque debían estar casadas), pero no
ocurría lo mismo en otros países europeos en los que la
profesión estaba tan mal vista que eran hombres
disfrazados los que
hacían los papeles femeninos. De hecho, al principio, los
papeles femeninos en España, los representaban niños.
Uno de los mitos con más éxito en el teatro de la época era el
de la mujer vestida de
hombre o la mujer varonil.
Muchas comedias incluían escenas en las que las mujeres habían
de travestirse para realizar hazañas de hombre: defender su
honor, por ejemplo. Como puedes imaginar, esto daba lugar a
situaciones equívocas y a enredos.
La
consideración social
de los actores y actrices nunca fue muy buena: los matrimonios y
emparejamientos se hacían generalmente entre hombres y mujeres
de la farándula, por lo que formaban un grupo un tanto al margen
de la sociedad de su tiempo. De hecho, la Iglesia no permitía
que fuesen enterrados en sagrado.
Las
compañías se clasificaban según el repertorio de obras que
llevaban, el número y la calidad de sus actores; así, tenemos:
bululú, ñaque, gangarilla,
cambaleo, garnacha, etc. Recibían
el nombre de compañías de
legua si recorrían el país
representando por los pueblos. Las mejores eran las compañías
reales o de título.
Estas últimas estaban formadas por unas veinte personas
(incluyendo el apuntador o el cobrador); el jefe era el autor
y los actores
tenían asignados los papeles que representarían: galán,
dama, barba (hombre mayor
con mando, el padre o el rey),
gracioso, vejete, música...).
Sólo cambiaban de papel cuando la edad les impedía seguir
haciendo de galán o dama, por ejemplo.
La
dura vida de actor
Las
compañías de teatro tenían unas dos
semanas para aprender y
ensayar una obra teatral. Eso implicaba mucho trabajo y esfuerzo
porque tenían varias obras en su repertorio.
¿Cómo
lo hacían? Para aprender más rapidamente de memoria, los
actores leían el texto uno al otro en voz alta (es un detalle
curioso que esto fue imprescindible para aquellos actores, sobre
todo femeninos, que no sabían leer). Después de esta primera
fase, se ensayaba la realización escénica, incorporando gestos
y movimientos.
Además del ensayo de la
obra principal, recuerda que la compañía tenía que representar
también otras obras menores que rellenaban la función.
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Los géneros teatrales
Podríamos clasificar las obras dramáticas extensas
del siglo XVII en dos grandes grupos:
Obras dramáticas
serias
- Tragedias: se caracterizan por la lucha del protagonista contra la fuerza del destino, lo inevitable, así como su final infausto. A pesar de ello, resultaban atractivas para el público, por su efecto de catarsis, la liberación del dolor al identificase con el sufrimiento de los personajes.
- Tragicomedias: tratan temas variados, casi siempre relacionados con el honor. Los elementos cómicos, a cargo del gracioso, se organizan en secuencias relativamente aisladas.
- Autos sacramentales: son obras religiosas cuyo asunto fundamental es la exaltación de la Eucaristía. Se caracterizan por el uso de la alegoría y por otra serie de convenciones.
- Comedias de capa y espada: protagonizadas por caballeros, tratan asuntos amorosos cercanos en el tiempo y en el espacio a los espectadores; su inverosimilitud pretende sorprender al público.
- Comedias de figurón: en la trama característica de las comedias de capa y espada, se inserta un protagonista cómico, figura central de la comicidad grotesca.
- Comedias palatinas: son comedias de enredo (como las de capa y espada) con una acción situada en la lejanía espacial y/o temporal. Sus protagonistas son nobles.
- Comedias burlescas: se solían representar durante el carnaval o el día de San Juan en las fiestas cortesanas. A menudo, son parodias de comedias serias, y su comicidad reside en la inversión de los valores del decoro: alegría por la deshonra, venganzas grotescas y humor verbal.
- Entremeses. Eran piezas jocosas de un solo acto. En unos predominaba la acción burlesca o de un asunto erótico; en otros, la presencia de personajes extravagantes. Algunos se centraban también en la experimentación con el lenguaje o con los recursos teatrales de vestuario, decorados, etc.
- Loas. Se utilizaban como introducción a la representación y con ellas pretendía ganar el favor del público y su silencio. Solían ser de carácter cómico, aunque también se compusieron loas sacramentales, que introdujeron la materia teológica, y loas cortesanas, que exaltaban a personajes reales.
- Bailes. Se trataba de romances cantados, que generalmente versaban sobre luchas entre rufianes y hampones.
- Mojigangas. Consistían en danzas descompuestas y movimientos ridículos, con disfraces de animales, en medio de un barullo estrepitoso.
- Follas. Eran mezclas, sin ningún orden, de breves estructuras cómicas de otros géneros, que servían como pretexto para cantar y bailar.
ACTIVIDADES
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